Continuando con la tan buena acogida que recibí sobre los diferentes finales para usar en nuestras novelas e historias, a continuación listaré cinco ejemplos a estudiar. Si crees que alguna se adapta a tu historia, tómala, trabaja con ella y dale ese final memorable que deseabas.
Aclaro que hoy me enfocaré en los tristes y melancólicos, además revelaré información sobre libros que estés leyendo o vayas a leer algún día.
Aclaro que hoy me enfocaré en los tristes y melancólicos, además revelaré información sobre libros que estés leyendo o vayas a leer algún día.
Para complementar esta información, puedes basarte de dos grupos de finales vistos en entradas anteriores, ¿Cómo termino mi novela? y ¿Cómo termino mi novela?II
Protagonista condenado
Al finalizar la novela o el capítulo, nuestro protagonista debe enfrentar un destino horrible e irreversible. Perdido en el mar, encerrado en un ataúd o enfermo con algún virus mortal. Sea lo que sea, sabemos con suma tristeza que está jodido.
A menos que pueda encontrar una cura o introducir un malvado Deus ex Machina, lo único que le queda por hacer es sentarse y morir, pues en la mayoría de los casos no va a haber cura o ser rescatado.
Estos finales obtienen mayor impacto si son narrados en primera persona, con un monólogo triste y solitario. Una escena en la que el lector reconoce que es el final y no un cliffhanger.
Lo encontramos en los libros de Lovecraft (autor que dejé de leer hace algún tiempo), especialmente La sombra sobre Innsmouth, en el que el protagonista se da cuenta que comparte ascendencia con el pueblo de Innsmouth.
Urdiré mi plan para que pueda escapar mi primo del manicomio y correremos juntos hacia la mágica ciudad de Innsmouth. Nadaremos hacia el arrecife, nos sumergiremos en los negros abismos hasta la ciclópea Y´ha-nthlei, la de las mil columnas. Y allí, en compañía de los Profundos, viviremos en un mundo de maravilla y de gloria.
Mátalos a todos
Muchas novelas e historias se destacan por el un alto número de muertos entre los personajes principales. En algunos casos, todos los protagonistas hacen un último sacrificio heroico con su muerte.
En este tipo de final no hay duda alguna de que en verdad mueren. Aquí no hay cabida para los cliffhangers, para el cliffhanger de los militares bolivianos o el ¿Qué cliffhanger? Mucho menos para el final del Protagonista condenado. (Para entender de que estoy hablando, leer las entradas anteriores)
Sin embargo, su muerte muchas veces no debe ser en vano y debe haberse logrado algo con el sacrificio. Ya sea acabar con el villano o salvar al mundo de una catástrofe. Si esto no ocurre estaríamos hablando del final Muerte sin sentido, del que hablaré más adelante.
En la controversial Lolita, de Vladimid Nabokov, los cuatro personajes principales mueren de alguna manera: uno es atropellado por un auto, uno es asesinado, el otro de un ataque al corazón y finalmente Lolita muere durante el parto.
En la controversial Lolita, de Vladimid Nabokov, los cuatro personajes principales mueren de alguna manera: uno es atropellado por un auto, uno es asesinado, el otro de un ataque al corazón y finalmente Lolita muere durante el parto.
Muerte sin sentido
En este final, los villanos pueden haber ganado matándolos a todos o las muertes de los protagonistas pueden no tener un sentido lógico para toda la trama. En ocasiones el villano no es quien los mata, los personajes ni siquiera llegan a encontrarse con el villano.
En conclusión, es un tipo de final en el que los personajes principales son ineficaces, no logran vencer al villano y para colmo, mueren.
Podemos relacionarlo con el Diabolus ex Machina y sus consecuencias.
En La larga marcha, de Stephen King, encontramos como, luego de que los competidores murieran de formas horribles, Garraty continua caminando a pesar de haber ganado, presa de las alucinaciones que le hacen pensar que hay un competidor más y en un estado en el cual con seguridad morirá. La conclusión es ¿para qué tantos muertos y tanto esfuerzo si al fin y al cabo va a morir?
Una mano se posó en su hombro. Garraty se la quitó de encima con gesto impaciente. La oscura figura le llamaba, le llamaba bajo la lluvia, le llamaba para seguir caminando, para que fuera a jugar la partida. Y era hora de empezar; todavía quedaba tanto por caminar. ..
Con los ojos ciegos y las manos suplicantes extendidas ante sí, como pidiendo limosna, Garraty avanzó hacia la oscura figura.
Y cuando la mano le tocó de nuevo el hombro, encontró aún energías para echar a correr.
El chico malo gana
Siempre nos hemos acostumbrados a que los buenos ganan, el villano recibe su merecido y todos felices. Algunas veces esto no ocurre así. Este es un final amargo más de la lista de hoy. Triunfo completo y definitivo para el villano, devastación total y absoluta para el protagonista.
Este tipo de finales lo encontramos habitualmente en historias de rebeliones que deben hacer frente a un terrible imperio y en historias de terror o suspenso. La clave es dejar un sabor amargo en los lectores.
Cuando es usado para terminar un capitulo o un solo libro de la saga, podemos estar seguro de que habrá una redención para el héroe y más adelante saldrá victorioso. Allí es donde entran los giros de trama. O por el contrario, ese giro en la trama puede ocurrir cuando creemos que todo está terminando bien y sucede algo terrible, algo que cambia de forma negativa el rumbo de la historia.
En el libro Legión, la secuela de El Exorcista, de William Peter Blatty, Pazuzu (el demonio antagonista de las novelas) logra una victoria total al vengarse y abandonar, sin más, el cuerpo del padre Karras. El chico malo gana.
Los ojos de Atkins parecían más verdes que nunca, firmes y girando alrededor de un punto del iris—. Ha muerto —dijo—. Ha muerto de un ataque al corazón.—¿Cuándo?—Esta mañana.Kinderman se quedó con la mirada fija.—¿Qué demonios está ocurriendo, teniente? —preguntó Atkins.Kinderman se dio cuenta de qué era diferente. Miró el techo del pasillo. Todas las bombillas lucían con gran brillo.—Creo que ha terminado —murmuró. Afirmó con la cabeza—. Sí, así lo creo. —Kinderman bajó su mirada hasta Atkins y añadió—: Ha terminado. —Hizo una pausa—: Y le he creído.En el instante siguiente, todo el terror y la pérdida le inundaron, el alivio y el dolor, y comenzó a descomponérsele el rostro. Se apoyó en una pared y sollozó indominablemente. Atkins fue tomado por sorpresa y, durante un momento, no supo qué hacer; entonces avanzó un paso y sostuvo al detective con sus brazos.—Todo está arreglado, señor —repetía una y otra vez mientras los sollozos y el llanto continuaron durante unos minutos.Justamente, cuando Atkins ya temía que nunca se terminaría, comenzó a disminuir; pero el sargento siguió sosteniéndole.—Estoy sencillamente cansado —murmuró al fin Kinderman—. Lo siento. No hay motivo alguno. Ningún motivo. Estoy sólo cansado.Atkins le acompañó a casa.
Todo el mundo está muerto, soy el único con vida
Para demostrar que la situación en realidad está muy, muy grave para el protagonista y sus amigos, es necesario mirar alrededor y comprender que todos están muertos, menos ellos.
Puede que haya vida en otro lugar, pero para el sobreviviente todos alrededor están muertos y es el único sobreviviente. Quien tiene la obligación de regresar, contar toda la verdad al mundo y sufrir con la culpa de haber perdido a los demás.
Cuando se usa para terminar la novela es un final trágico, pero cuando es para terminar un capítulo, es la oportunidad de volver a intentarlo y vencer la próxima vez.
También puede ser usado para abrir el libro, de manera que el resto de la narración sea una retrospectiva de cómo se llegó a ese momento.
Efectivamente, en Musashi, de Eji Yoshikawa, se abre con una de estas formas, con los dos personajes principales despertando y siendo los únicos vivos tras la batalla
Takezo yacía entre los cadáveres, que contaban millares."El mundo entero se ha vuelto loco -pensó nebulosamente -. Un hombre podría compararse a una hoja muerta arrasada por la brisa otoñal."
También lo vemos en el libro La ladrona de libros, de Markus Zusak, en el que la pequeña Liesel sobrevive a un bombardeo de los aviones estadounidenses. Todo el mundo muere, menos Liesel, quien estaba en el sótano. De no ser porque está contado por el narrador que es la muerte, que desde el prólogo sabíamos que todos iban a morir y se anunciaban los bombardeos de antemano, hubiese sido un gran Diabolus ex Machina.
Liesel no sabía hacia dónde correr, pues Himmelstrasse ya no existía. Todo era nuevo y apocalíptico.¿Por qué el cielo estaba rojo? ¿Cómo podía estar nevando? ¿Y por qué los copos de nieve le abrasaban
los brazos?
Liesel aminoró el paso. Se volvió hacia lo que creía el final de la calle, caminando tambaleante.
¿Dónde está la tienda de frau Diller? ¿Dónde está…?
Siguió deambulando sin rumbo hasta que el hombre que la había encontrado la cogió del brazo, sin
dejar de hablar.
—Estás aturdida, jovencita. Es la impresión, te pondrás bien.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Liesel—. ¿Esto es Himmelstrasse?
—Sí —el hombre tenía una mirada desengañada. ¿Qué habría visto en esos últimos años?—. Esto es
Himmelstrasse. Os bombardearon, jovencita. Es tut mir leid, Schatzi. Lo siento, guapa.
Como podemos ver, incluir finales tristes no es algo negativo, al contrario, si logras derramar una lágrima al lector, habrás triunfado.
Si quieres saber más del mundo de los finales o necesitas alguna asesoría o recomendación, no dudes en ponerte en contacto conmigo. Estaré gustoso por colaborar en el éxito de tu historia.
Por cierto, aquí encontrarás la cuarta entrega de finales para usar en las novelas.
Por cierto, aquí encontrarás la cuarta entrega de finales para usar en las novelas.
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