Sí, sé que durante mucho tiempo hemos bombardeado las redes con artículos que convirtieron el placer de la escritura en una obligación, el arte de la procrastinación (arte del que hablaré en un próximo artículo) en un tabú y la elegante carrera literaria en la presión por crear una marca y publicar.
Entonces, ¿qué sucedió con esos días en que nos acostábamos a buscarle forma a las nubes? ¿En qué momento empezamos a sentirnos culpables por pasar tiempo con nuestra familia y no editar aquel manuscrito?
No mientas, los escritores somos expertos en juzgarnos de acuerdo a nuestra productividad.
Si leíste la entrada anterior, conocerás el caso de la escritora recluida en un psiquiátrico debido a su obsesión por escribir. Le pregunté esta semana a mi esposa sobre su avance y me comentó que la joven presentó dificultades para conciliar el sueño y pidió una libreta y un lápiz para escribir, petición que fue denegada, pues las luces se apagan a las diez de la noche. Manifestó que le es imposible apagar el cerebro.
Lo que parecía ser una obsesión por las redes sociales demuestra ser ansiedad por escribir.
Creo que nos sucede a todos, en especial a los que no vivimos de la escritura. Aprovechamos cualquier momento para escribir, por lo que un fin de semana o un festivo se convierten en los espacios claves para avanzar y darle forma a ese proyecto especial sobre vampiros adolescentes acosadores. Claro, puedes hacerlo. Aunque también tomarte unas genuinas vacaciones (GE-NU-I-NAS) pueden ayudarte mucho.
¿No estás muy seguro? Espero que estas tres razones te convenzan un poco.
Vencerás al Burnout
No soy muy de escribir palabras en ingles en mi blog (como pueden ver en mi resistencia hacia la frase sensibility reader) pero es que Burnout suena muy extremo.
el Burnout no es más que el síndrome de estrés laboral, un agotamiento físico, mental y laboral que nos va llevando poco a poco a un desinterés por nuestras tareas, ocasionar un bloqueo y que puede desencadenar en depresión (como le ocurrió a mi amigo, el que realizó el primer comentario de esta entrada).
Cuando nos apasionamos por un proyecto o dos, o tres y puedo seguir contando, es estimulante ver como sumamos palabras y hojas, pero pronto, sin darnos cuenta, empezamos a perder el foco y a sentirnos cansados. Con el tkempo la escritura se convierte en una actividad que nos agota y no nos produce satisfacción ni placer. Es ahí cuando debemos parar. Dejar a un lado todo no nos puede hacer sentir culpables ni crear remordimientos. Al contrario, son esos momentos de descanso los que evitarán el agotamiento. Entonces, deja el computador, tu libreta, tu móvil, apaga tu cerebro y salta a la hamaca.
O puedes escalar una montaña para meditar sobre cómo diantres regresar a tierra firme |
Te dará una nueva perspectiva
O algo así. Sucede muy a menudo cuando estamos en la ducha o vamos conduciendo por carretera. Son esos infames momentos de brillantez, cuando no tenemos a la mano papel ni lápiz y arriesgarnos a frenar de repente en la autopista no es buena idea.
Esto ocurre por lo que llaman el pensamiento pasivo. Nuestro cerebro continúa masticando y masticando un problema hasta solucionarlo sin que nosotros intervengamos. Así de sencillo, sin necesidad de forzarlo. Entonces, la mejor solución para esa trama en la que llevas matándote durante semanas es dejar de pensar en ella y no intentar arreglarla. Deja que tu hermoso cerebro (sí, ese que has intoxicado desde la prepa) haga todo el trabajo.
Sucede, sucede a menudo. Cuando no usas esa marca de desodorante |
Revitalizará tu mente
Alguna vez hablé del tema en esta entrada sobre el estilo de vida necesario para ser un escritor creativo. Querido escritor, cuando dejamos de trabajar obtenemos el descanso que tanto necesita nuestro cuerpo y cerebro. Te juro que nada revitaliza tanto como reiniciarlo todo con un delicioso y envidiable sueño solido. Bosteza con todas tus fuerzas, sácate un moco, lanza tus zapatos por los aires sin usar las manos y salta sobre el colchón (después repondrás las tablas que partiste). Duerme, duerme y duerme, como en los viejos tiempos. Cuando no sabías que existía la palabra procrastinación.
Y, si quieres, contesta esta encuesta sobre cuántas horas duermes en la noche. Te lo agradezco.
Entonces, para terminar esta entrada, que resultó más corta de lo que imaginaba, deja de escribir y pulsa el botón reiniciar.
Este fin de semana que viene aprovéchalo para rascarte el ombligo, ir a ver Pantera Negra y hacer esa pausa que tanto necesita tu cuerpo, sin que sientas un ápice de culpa o remordimiento. Al contrario, verás que te ayudará a retomar la escritura con un nuevo aire. Al menos a mí me ha servido.
Y tú, querido amigo, ¿eres capaz de dejar a un lado la escritura y descansar? ¿Cómo te sientes cuando lo haces? ¿Qué haces cuando no estás escribiendo? Sabes que tus comentarios son bienvenidos.
Gracias por esta entrada, amigo (¡me llamastes amigo, ¡amigo!, aún no me lo puedo creer! Los libros de historia hablaran sobre como se hicieron amigos el mejor escritor del mundo... y Piper Valca). Mucha suerte con tus proyectos; espero pronto poder leer Héroes de Cajón, y, aunque suene egoista por pedir por mí, espero yo también encontrar la paz y sentirme bien al escribir hoy. Al fin voy a hacerlo :) Espero que tengas razón, y pueda recuperar esa pasión. Que te vaya bien.
ResponderEliminarHola. También espero que puedas recuperar la pasión y te sientas cómodo. Cuídate mucho (perdón por la tardanza).
EliminarEl descanso es lo mejor. Pero el "descanso" no la vagancia Jajaja
ResponderEliminarHace años, estudiaba música en un conservatorio y era bastante exigente con el tema de la técnica, de mis ensayos, etc... Y resulta que me daba cuenta que después de meses de tener mis ensayos de tres horas tres veces en la semana, más las clases del conservatorio, más los ensayos de orquestas y presentaciones (a la larga, sacaba la semana) Cuando descansaba un par de días sin tomar el instrumento, por alguna "mágica" razón, cuando volvía a tocar todo me salía mejor, un sonido más grato e incluso volvía a nacer el placer de tocar mi instrumento.
Así que concuerdo perfectamente con el hecho de que el descanso es necesario.
Cuando quiero escribir, procuro dormir bien la noche anterior así al otro día amanezco con la mente más despejada. Y también me ha pasado que cuando estoy en el trabajo, o en las noches antes de dormir (o a veces hasta en los sueños) se me ocurren nuevas ideas para seguir escribiendo.
Muy buena entrada.
¡Saludos!
Hola, Amy. Gracias por pasarte y comentar.
EliminarEsta entrada nació de mi experiencia personal. Durante muchos días forcé el proceso de escritura y no fue hasta que descansé que comprendí su importancia. Desde ese momento promuevo el sueño y la realización de otras actividades como forma de estimular la creatividad.
De nuevo, muchas gracias.