Hoy no les hablaré de representación, diversidad o escritura. en este artículo estoy dispuesto a abrirme a ustedes de una manera que no había hecho antes. Les hablaré de mí. De quien soy en realidad.
Los que me acompañan en esta travesía desde sus inicios o un poco después saben que soy muy familiar y que, si debo poner en una balanza el tiempo dedicado a fortalecer mi fe y la escritura, esta última sale perdiendo.
¿Cómo es posible que un escritor tenga otras prioridades por encima de su carrera en las letras? No voy a extenderme en explicaciones que Gabriella Campbell resume a la perfección cuando habla del trípode de la estabilidad. Sin mi fe quizás mi familia no existiría o yo sería un borracho, mujeriego y trovador. No lo sé. Simplemente es así y me siento bien.
Todo empezó cuando quedamos en embarazo de Juan Esteban, nuestro primer hijo. Aunque teníamos altibajos, como cualquier pareja, desbordábamos felicidad. Como anécdota, decidí llamarlo Juan en honor a mi viejo y Esteban por dos razones: porque es el nombre de mi mejor amigo en la universidad y porque (lo confieso), entonces era fanático del músico Juanes.
El gran pero de aquel momento fue que Claudia sufre de miomatosis uterina y el ginecólogo no tenía muchas esperanzas en que el embarazo llegara a buen fin. Ahí tuve mi primer acercamiento a la Palabra de Dios. Asistíamos a una iglesia con la esperanza de que Jehová protegiera a mi bebé. Ya se imaginarán el final de todo: a día de hoy Juan tiene 6 hermosos añitos y lo amamos con el alma.
No obstante, la relación con Claudia iba en picada. Peleábamos mucho, nos decíamos cosas horribles y permitimos que nuestras familias se inmiscuyeran en nuestros asuntos.
Luego, antes del primer año de Juanes, sobrevino la muerte de mi padre. Hoy lloro su ausencia, que no haya compartido con su único nieto y que yo no haya pasado más tiempo a su lado. Extraño a mi viejo. Lo extraño demasiado.
A continuación fue como si todo fuera hacia atrás. Las discusiones aumentaron y de nada servía que estudiáramos la Biblia cada semana. Fueron años demasiado difíciles para los tres, porque Juan siempre quedaba en medio de la discordia.
Cuando las cosas de pareja se complicaban aún más llegó David Santiago a nuestras vidas y aquí acepto que no lo tomé bien. Me alejé de Claudia. Sentía que, aunque ella llevaba en su vientre a nuestro hijo, no la quería. Claudia lloraba en secreto y yo era indiferente, como si no me importara. En aquel momento fui el peor ser humano que pudiera existir. No tengo ninguna excusa para justificar mi comportamiento y es una de las razones por las que me arrepiento con frecuencia.
A diferencia de la de Juan, la gestación de David fue mucho más complicada. Claudia presentó hemorragias frecuentes y le diagnosticaron un hematoma retroamniótico de un 30% de desprendimiento. Fui un hipócrita, a pesar de orarle a Dios por mi hijo me porté muy mal con ella. No fui patán ni grosero y jamás la he golpeado, todo se resume en una falta de amor, un total desapego. Recuerdo que publiqué esta entrada explicando el por qué me ausentaba.
Llegó el gran día. David Santiago se abrió paso y nos hizo muy felices. Era un niño tranquilo en comparación con Juan y mucho más delgado. Esta vez el nombre lo escogió ella y me pareció perfecto. Le agradezco a Dios el que nos haya dado la oportunidad de tenerlo cerca...
Así fuera por poco tiempo.
Durante ese año laboré en una ciudad de difícil acceso y a casi cuatro horas en motocicleta desde casa, por lo que me ausentaba bastante. Recuerdo que un día Claudia llamó a contarme que David tenía un resfriado. Nada nuevo, teniendo en cuenta que ya no éramos primíparos en temas de paternidad y que ambos pertenecemos al sector salud desde hace tiempo. Lo llevó al hospital de la ciudad y confirmaron una enfermedad respiratoria leve. No obstante, Claudia regresó a los dos días siguientes y lo tuvieron en observación médica.
A partir de ese momento se desencadenó una serie de eventos que incluyen negligencia médica y demasiado dolor. No quiero entrar en detalles o me pondré a llorar. Lo único cierto es que nuestro hijo ya no está con nosotros...
Han pasado dos años desde esa horrible noche en la que lo tuvimos en nuestros brazos y lloramos desconsolados en la UCI. Dos años en los que lloro en silencio por mi hijo, dos años en los que Claudia también ha sufrido. Dos años en los que le he pedido a Dios mucha fuerza para no caer y que me acerque más a Claudia. Él nos ha fortalecido, nos da la esperanza de que lo volveremos a ver (en este punto respeto a los que no crean o posean creencias diferentes), tanto a él como a mi padre y a mi abuela, que murió el año siguiente.
Quiero salvar mi fe, la relación con Claudia y a mi familia. Quiero mantener viva mi esperanza en la resurrección. En que vendrá un nuevo reino, que llegará el día en que tendré de nuevo a David en mis brazos, no para llorar sino para reír, para besarlo por todo su cuerpecito, para que Juanes pueda decir que tiene un hermanito. Y espero que mi viejo también esté ahí. Lo ansío.
Pero sé que para eso debo enfocarme en lo que en verdad importa y es la Palabra de Dios. Es lo que me mantiene en pie. Me dice que no todo está perdido, me ayuda a ser mejor esposo, hijo y ser humano. Me invita a ser misericordioso, a pensar primero en el prójimo, a que hay mayor felicidad en dar que en recibir, a recordar que nadie es perfecto, a que existe el arrepentimiento y el perdón. A amar a Claudia como me amo a mí mismo. A proclamar abiertamente mi fe. Y lo mejor es que me gusta.
Por eso, y antes de terminar, quiero dar las gracias a todos los que viajan conmigo en este tren, pero en especial a Luna, a Marian, a Oyidiya, a Gissel, a L.M. Mateo y a todos con los que mantengo una relación más allá de la escritura (perdón si dejo a alguien por fuera). Gracias a los que visitan mi blog, leen mis artículos incendiarios, comparten, comentan, compran mis libros y están ahí. Muchas, muchas gracias y que Dios los bendiga.
PD: la relación ha mejorado mucho y estoy pensando en pedirle a Claudia que nos casemos 😃.
¡Hola, Piper!
ResponderEliminarBueno, no, no puedo hacer esto. El signo de exclamación al principio suena muy alegre, y tu historia (aunque ya conocía algunos detalles que has contando) me ha entristecido, así que esta vez trataré de ser más serio.
Hola, Piper (así, sin exclamación para mayor seriedad). La historia tuya conmueve, y sin duda has sido un hombre que se ha esforzado para luchar contra la adversidad. El dolor de perder a un hijo no me lo puedo ni imaginar, y sin querer sonar egoísta, es algo que espero nunca tener que experimentar en carne propia.
Gracias por abrirte con nosotros, tus queridos lectores. Espero que por medio de la religión alcances las fuerzas que necesitas para avanzar en esta vida, y que consigas la paz y amor que como hombre y persona justa te mereces. Eres consciente de que hay diferencias entre nosotros y la visión del mundo (en cuanto a religión y demás) pero te aseguro que si lo que expresa tu religión es verdad, de seguro ya tienes las puertas al cielo aseguradas, con un puesto bien cómodo junto a tu padre e hijo.
No tengo mucho que agregar. Que Jehova te bendiga, y ojalá pases un excelente día. Si eres bueno, de seguro cosas buenas te llegarán en lo que te resta de vida.
Ahora, si me disculpas, debo alejarme de aquí. Mientras más me tarde más probable es que suerte un chiste inapropiado para la seriedad del momento (justo ahora acabo de escribir "la seriedad del momento pudin". Estoy peor de lo que pensé).
Que descanses, ¡y buena suerte con tu propuesta de matrimonio! Bendiciones para tu hijo y tu familia; ojalá tu novia no lea este post y se entere de la sorpresa XD.
Hola, amigo Juan. Hace rato no nos veíamos. Muchas gracias por estar a mi lado y ahora que lo pienso me siento mal por no haberte incluido en el listado de amigos. :( Tú también me has acompañado y sé que eres un gran amigo. Jehová te bendiga. Y en cuanto a si Claudia se entera, no lo creo. No lee mucho por Internet :).
EliminarPiper, yo no te conozco más que de ser compañeros en un bonito grupo de Facebook, El escritor emprendedor, pero quiero decirte que, pese a la tristeza de la historia, es bonito cómo te abres a tus lectores. Como demuestras tus debilidades y fortalezas mediante la palabra, pues quienes escribimos encontramos en ella la forma de desahogarnos, dar las gracias o pedir perdón.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte con Claudia y Juan. El amor todo lo puede.
Hola, Sonia. Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar. Es muy duro y a diario lloro, pero es una forma de desahogarme. Me has enamorado con tu última frase: El amor todo lo puede. ¡Es verdad! Jehová te bendiga. Besos y nos vemos en el grupo ;)
EliminarHola, Piper:
ResponderEliminarQué valiente eres. Entre otras cosas también te admiro por eso. Me ha hecho mucha ilusión verme ahí, gracias a ti y espero que nuestra amistad se mantenga firme con el paso del tiempo.
Un abrazo enorme.
P.D.: Deja de pensarlo y... ¡hazlo!
Hola, querida. Mil gracias por tu compañía. En redes y en Internet no es fácil encontrar amigos. Contigo sé que cuento con alguien que no está buscando intereses personales. Me demuestras confianza y eso debe ser valorado. Muchas gracias. Sabes que puedes contar conmigo.
EliminarY en cuanto a Claudia... Gulp...
Hola.
ResponderEliminarSólo pasó aquí para decirte que: ¡Animo!Las cosas pueden mejorar. Siempre mejoran.
Sé que te lo abran dicho un montón de veces, pero una vez más no hará deño.
Espero que te animés y le pidas matrimonio a Claudia (Amo los casamientos aunque yo jamás me casaría)
En cuanto a la historia en general: Vaya que has sufrido mucho, viejo. Y luchado demasiado.
Pero SIEMPRE se puede estar mejor.
Te lo digo yo, que creo en los milagros.
Mucha Suerte con esos proyectos.
No te olvides de hacerle la gran pregunta a Claudia ;-)
¡Saludos!
Hola, Damiana. Morí con tu comentario. ¡Mil gracias! No creas, pocas personas me dan ánimo así que gracias. Ha sido duro, en especial con el tema de David Santiago, pero, como bien dices, siempre se puede estar mejor y esto no será para siempre.
EliminarEn cuanto a Claudia, estoy muy nervioso, y aunque hemos conversado sobre el tema no me he atrevido. No sé cómo hacerlo. Muchas gracias por tus palabras de ánimo y me invitas cuando llegue tu casamiento jajajaja